los cuerpos fueron lengua

Guillermo Adre

Durante el mes de marzo se realizó en la ciudad de Córdoba el ciclo Malas lenguas, una iniciativa impulsada por un grupo heterogéneo de artistas en respuesta a la univocidad de sentido de las lenguas que proyectan las viejas instituciones colonialistas y sus anfitriones en nuestro país. Contó con una programación muy nutrida que se llevó adelante junto al I Encuentro Internacional de Derechos Lingüísticos como Derechos Humanos, organizado por la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba. En ese marco, Guillermo asistió a la obra “Así sucesivamente”, presentada por el grupo Las O en Documenta escénicas.

écoute-les

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les mots

aux mots

sans mot

les pas

aux pas

un à

un

(escúchalas / sumarse / las palabras / a las palabras / sin palabra /

los pasos / a los pasos / uno a / uno)

Mirlitonnades, Samuel Beckett

and so on and so on

Slavoj Zizek

El contexto importa

Desde distintos sectores de la cultura cordobesa que, debo confesar, tienen toda mi atención y en muchos casos mi admiración, se generó una construcción colectiva llamada Malas lenguas. En un sentido muy preciso, fue una oportunidad para mostrar las fuerzas disidentes. En ella se manifestaron, de forma prismática, distintas fuentes que al unirse dieron forma a esa Córdoba constante en su disidencia, a veces dispersa, pero siempre iluminadora.

Cada unx manifestó y cumplió la tarea comunitaria de dejar en claro que la lengua no pertenece a ninguna academia. Que esa academia, en su pretensión de normalización de la lengua, ofende en su desubicación, insulta en su prepotencia y nos deja pasmadxs ante su barbarie.

Una decisión estética

Lxs que participaron de Malas lenguas se vieron ante un desafío: hacer de su intervención una declaración contra la barbarie. Y esto ya pertenece a un plano estético de alto vuelo, es decir, una manifestación tal que su decir, hacer, insinuar y sugerir diera libertad a la lengua en su forma creativa. Entonces, Malas lenguas no puede ser confundido con un evento cultural, sino que debe darnos la posibilidad de preguntar por la respuesta que Córdoba da a la pregunta por lo que sea la lengua que hablamos. En esta apuesta estético-política, se inscribe la participación de Las O, y su obra Así sucesivamente, inspirada en el monólogo de Beckett Not I.

Todo es sucesivo siempre, no podemos más que contentarnos con ese mínimo de intuición que tenemos del tiempo, de que algo sigue a algo, de que la constancia es una forma de lo sucesivo que a todo envuelve. Pero esto es muy abstracto. ¿Cómo mostramos la persistencia de lo sucesivo en el mundo? Una de las maneras es a través de la lengua: podríamos pensar en lo sucesivo de cualquier discurso, pero la interpretación “real” no deja de ser la no inocente afirmación de que la lengua “comunica”. La comunicación hace del lenguaje un sistema, una estructura o un conjunto de no sé qué al servicio de un emisor y un receptor del mensaje. Puesto así, un discurso debe ser evaluado por un conjunto de reglas que permiten una comunicación aséptica, donde el tiempo es el de traslado de sonidos correctos. Negar esto sería negar “lo real”. Entonces nos vemos en un embrollo si queremos comunicar que la lengua no se reduce a su función comunicativa. Quizás el arte pueda venir a darnos una mano en este tema, quizás Las O tengan algo para decir que en su misma expresión destruya la pretensión de reducir la lengua a lo comunicable.

Cuando comienza la obra, todo es sucesivo

Seis mujeres en escena hicieron que la incomodidad, hija de la ansiedad por el sentido, se suspendiera. Cuca Becerra, Inés Cavanagh, Pilar Oddone, Constanza Estevan, Violeta Carreira y Constanza Pellicci, dirigidas por Clelia Romanutti, provocaron que nuestra atención se pusiera al servicio de lo que sucede en estado de fluidez.

Hubo dos referencias en movimiento: lenguaje de lo sucesivo en el orden de lo dicho; lenguaje de lo sucesivo en el orden de lo expresado. Decir y expresión que unifican la sucesión constante.

La puesta en escena de Así sucesivamente mostró el lenguaje hablado en su fluidez y también hizo que las voces pudieran crear su propio espacio, su propia densidad y dimensión.

Seis mujeres que fueron a la vez marea y barco. El barco de las voces recibió el impacto de las expresiones, de los movimientos del asombro, de la sorpresa, de la tristeza. La traslación fue constante, lograron que los seis personajes entraran y salieran de escena sin moverse del lugar. En ningún momento de la obra pudimos encontrarnos con un vacío de la lengua, fue justamente en su sucesión donde se mostró el gradiente intensivo. Fue la lengua pasando por el asombro sin referente, se dejó arrebatar por la tristeza sin que hubiera cosa perdida, festejó triunfos sin levantar ningún trofeo.

Los cuerpos se dejaron atravesar por la lengua en un estado único, permitiendo que lo sucesivo de la lengua se manifestara en ellos. A los que gustan de las sintaxis rígidas y de gramáticas de gran tamaño deberían imponérseles estos cuerpos en escena como una frase. Esa frase de varios cuerpos fue callando, retrayendo, uniendo, adelantando, gritando, que la lengua pasaba por ellxs. Cuerpos que enseñaron sintaxis, una pedagogía de la lengua que volvió al cuerpo su pizarra móvil. Una disidencia ambiciosa que busca ramificarse en forma de teatro, llegando más lejos que las reglas para mostrarlas en su desnudez.

La lengua fue interpretada y los cuerpos fueron lengua. Tuvimos la oportunidad de que el arte diera un manifiesto, que expresara las fuerzas de la lengua. La disidencia en Córdoba se manifestó por lo que fluye, por lo vital.

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